LA EDUCACIÓN: Un movimiento social

La educación es un compromiso personal y colectivo que busca la realización humana hacia su plenitud. Así concebida, la educación es un movimiento social permanente que abarca toda la vida del ser-humano para luchar afectiva y nocionalmente contra la ignorancia y sus efectos: las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios, y se obliga a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, a encauzar los procedimientos educativos a la convivencia humana; a la democracia como forma de vida que contribuye al constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; a la solidaridad internacional en la justicia y la independencia con profundo amor a la Patria.

Todo movimiento social es una corriente que persigue un objetivo concreto y lucha por conseguirlo a través de un plan de acción determinado.

La educación concebida como movimiento social es una tendencia que demanda adhesión y compromiso de las personas que participan para llevar a cabo cambios que exigen ante todo el aprendizaje y práctica de la solidaridad como actitud, como enfoque y como contenido educativo, sin cuyos valores no es factible la educación hoy.

Como movimiento, la educación exige un compromiso de eficacia que sólo se cumple si las vidas de los mexicanos son mejores y si los propósitos nacionales se alcanzan. La educación habrá de renovar prácticas al servicio de los fines nacionales superando un marco de racionalidad ya rebasado y acoplarse a la dinámica del cambio social, político, cultural planteado como aprendizaje solidario permanente, personal y colectivo.

Si bien las escaleras se barren de arriba para abajo, se construyen de abajo para arriba.

Así se dan los auténticos cambios educativos: de abajo para arriba. Pretender cambios en las escuelas para transformar la sociedad –particularmente si los cambios sólo implican cambios curriculares- es ineficaz e imposible: lo que sucede en las escuelas es reflejo de lo que acontece en la sociedad. Por ello la UNESCO ha insistido en que la educación es un derecho y un deber a lo largo de la vida.

MOVIMIENTO PERMANENTE

Dos son los cimientos de la educación permanente: la participación social en movimiento y el proyecto de futuro compartido que orienta el movimiento educativo.

Sin un proyecto prospectivo configurado participativamente, todo esfuerzo educativo es una perdida y un sinsentido: (sentido=dirección). Esta fue la función que los Constituyentes y quienes formularon la modificación de 1945-1946 del Art. 3º tuvieron en mente para no perder el sentido histórico de la educación mexicana.

La modificación de (2013) así como la emprendida en 1993, no tuvieron en cuenta el sentido histórico de nuestra educación mexicana. Es tiempo de recuperarla y pensar que la educación ha constituido el país que nos han heredado nuestros padres: una educación que libera, que construye desde la familia una sociedad plural cultural, social y económicamente, y que sabe ser mexicano desde el lugar donde nació y desde las circunstancias que configuran su mundo.

En 1993 se introdujo como primer enunciado del Art. 3º que “toda persona tiene derecho a RECIBIR educación” lo que resulta una falsa réplica de lo suscrito en La Declaración Universal de Derechos humanos firmada por México el 20 de diciembre de 1948 que sostiene: Toda persona tiene derecho a la educación” (Art. 26, 1). Se tergiversa el sentido porque al añadir el verbo recibir se cosifica la educación como si fuera un objeto de reparto. La educación es fundamentalmente un proceso de humanización personal que se “contagia”, a otras personas, a otros seres vivos y hasta a las cosas.

Urge crear un modelo educativo que responda eficazmente a la visión de educación permanente que prefigura la Constitución, que en el Art. 39 reconoce que la soberanía reside en el pueblo; que en el Art. 1º garantiza que quien pisa este territorio deja de ser esclavo, y que en sus artículos 2,4,5 describe nuestra riqueza plural étnica, cultural y social, y en el Art. 3º nos propone la educación como el medio primigenio para ser mexicanos libres, autónomos, soberanos, justos, solidarios y comprometidos con la convivencia humana en la democracia como forma de vida. Toda esta educación no puede recaer sólo en la escuela y en los maestros. Nos educamos unos a otros en la convivencia humana.

En este contexto, proponemos que el pueblo genere motores que inyecten movimiento cargado de energías educadoras que hagan más humano el convivir cotidiano gracias a la apertura a aprendizajes que permitan visualizar el México que queremos para nosotros y para nuestros descendientes. Para ello habremos de rescatar nuestro territorio y la soberanía del pueblo

Es soberano quien decide y realiza su futuro. Quien no lo hace, dejará siempre que otro se lo imponga. El pueblo vive y se desarrolla en un territorio en el que forja su futuro. Por lo que no debemos dejar que el sentido de la pertenencia al territorio y viceversa se desvanezca. Una de las razones es que el gobierno se ha apropiado del Estado y, de hecho –y con leyes- ha eliminado de él al pueblo; además se adueño y dispuso como propio del territorio. Esto ha sucedido en nombre del desarrollo, de la globalización, de su inserción a los países desarrollados.

Recuperar el ESTADO (territorio, población y las leyes que lo rigen) exige un decidido esfuerzo educativo, porque la reducción del Estado al solo gobierno, trae consigo la pérdida de la dignidad humana y, con ella, la servidumbre, la pobreza, la violencia: lo humano se esfuma en una cotidianeidad que esclaviza el tiempo que se concentra en la búsqueda de la supervivencia, precaria para gran parte del pueblo.

REFLEXIÓN FINAL

Un movimiento social educador no tiene por qué esperar años o décadas para generar la transformación personal o social: si consideramos que lo educable del ser humano es su SISTEMA DE RELACIONES, la transformación personal apoyada por la sinergia colectiva tiene frutos visibles y sostenidos si los motores del movimiento no permiten que éste se agote.

Luis G. Benavides I.

Consultor Internacional, actualmente: Director General del

Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios (CIPAE)